Henrique apura los últimos ensayos. La samba es lo que más le gusta. "La primera samba que escuché fue 'Em cima da hora- Os sertoes". La música para él es más que un hobby.

Henrique tiene autismo y le cuesta expresarse con palabras, pero no con la música. "Nace de él. Si le acercas un instrumento, lo mirará, verá cómo funciona y empezará a tocarlo", explica la madre del joven. Lleva 4 años tocando el tambor en la escuela de samba Portela, la más antigua y premiada del carnaval de Río.

Ya tienen todo preparado para su día grande: El desfile infantil en el sambódromo. Este año será aún más especial. La escuela de samba Portela escribe un nuevo capítulo en su historia con un desfile inclusivo. Hasta ahora, los niños y jóvenes con discapacidad marchaban en un grupo aparte. El martes lo harán junto al resto de sus compañeros.

"La cultura tiene que ser inclusiva. No sólo con las personas con síndrome de down o con autismo, sino con la población, sea negra, blanca, judía, umbanda", defiende Celso de Andrade, director de la escuela infantil.

Y qué mejor escaparate que el carnaval, la mayor representación de la diversidad brasileña.