Vicente recibió una llamada cuando se encontraba en Cartagena, Murcia: una joven había entrado en su casa y estaba cambiando la cerradura. Esa joven resultó ser su nieta, Paula, de 18 años.
El anciano de 87 años llevaba dos meses en la ciudad murciana, donde había pasado uno de ellos ingresado en el hospital por su mal estado de salud. Vicente acude a menudo a Cartagena para ver a su mujer, que está en una residencia batallando contra un fuerte alzhéimer.
Amelia, la madre de Paula, ha asegurado en Telemadrid que cuando su padre le dijo que la joven estaba okupando su casa, no dudó en denunciar, pero su condición familiar ha demorado el proceso de desalojo de la casa, superando ya los 20 días desde que todo comenzó.
Tras ello, Amelia contactó con 'Desokupa' para desalojar a su hija, Paula, que llevaba años en un centro de menores pero, tras cumplir los 18 años, había salido del internamiento y, según afirma, vivía con su padre.
Vicente complementa su pequeña pensión con las rentas de varios locales y pisos que tiene alquilados. El de la céntrica calle madrileña es una de sus propiedades desde hace seis años, y ahora, tendrá que luchar con su propia nieta para recuperarlo, aunque asegura que no quiere que vaya a la cárcel, ni morirse con ese legado.
Otro gasto más
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