Según ha contado al diario británico 'The Mirror', su madre la drogó, le rapo toda la cabeza, fingió que tenía cáncer terminal y estafó a mucha gente que había donado dinero para proporcionar a la pequeña Hannah el costoso tratamiento que "necesitaba".
Hannah explica que a los siete años, y tras una visita al médico, su madre le comunico a ella y al resto de la familia que la pequeña padecía cáncer. Su padre se derrumbó y aunque trabajaba fuera, siempre lograba hacer un hueco para acompañarle a las citas médicas, pero según relata, estas siempre acababan suspendiéndose en el último momento.
No ocurría así con las que le llevaba su madre, quien le llevaba antes a tomar un helado y acababa quedándose dormida. Su madre luego le contaba lo que le habían dicho los médicos. Hannah cuenta como nunca se acordaba de nada y a veces se despertaba con vendajes puestos por su enfermera Beth, a quien nunca vio.
Recuerda que toda la comunidad donde vivía en Ohio se volcó con ella y donaron mucho dinero para sus medicamentos así como organizar eventos u oraciones por ella.
"Te quedan solo unas semanas de vida" le dijo un día su madre, y la llevó a un consejero para que le ayudara a aceptar la inminente muerte.
Pero la tiranía de su madre no tenía fin, un día le rapó toda la cabeza mientras dormía, pero ella le dijo que había sido Beth porque la quimioterapia estaba haciendo que su pelo se cayera. "No creo que te vuelva a crecer" le llegó a decir. Pero esta acción sería la que pondría fin a su perverso plan.
Hannah cuenta que una de sus profesoras se dio cuenta de que su pelo crecía de forma anormal para alguien en tratamiento de quimioterapia y decidió dar parte a las autoridades, quienes finalmente descubrieron que todo era un montaje.
Su madre fue a prisión y hoy, a sus 21 años y estudiando trabajo social, no quiere saber nada de ella.