"Nunca escuché nada sobre no llevar lentillas en la ducha", explica Nick Humphreys, un joven de Shrospire (Inglaterra) que ha perdido la visión en un ojo tras no quitarse las lentes de contacto para meterse en la ducha, según informa 'Daily Mail'.

En enero de 2018, se despertó y notó que no veía correctamente por su ojo derecho. No le dio mucha importancia y pensó que se había arañado el ojo al colocarse las lentillas. Sin embargo, con el paso de los días la situación se agravó e incluso notaba como le molestaba la luz de los aparatos electrónicos.

Acudió al hospital y las pruebas dieron positivo en queratitis por acanthamoeba, una infección causada por una ameba.

El uso de lentillas puede producir abrasiones en el ojo, lo que facilitan que este organismo ataque. Esta afección produce un fuerte dolor en los ojos, enrojecimiento y fotofobia y, en los casos más graves, úlceras corneales y pus en el ojo.

En marzo de 2018, unos meses después de percibir las primeras molestias, Humphreys perdió de repente la visión completa de su ojo derecho mientras conducía hacia el trabajo. Incluso estuvieron a punto de tener que extraerle completamente el ojo dañado.

18 meses después de contraer la infección, el joven sigue sin recuperarse completamente, sigue necesitando tratamiento y está a la espera de un trasplante de córnea.

Humphreys cuenta que pasó una época muy complicada cuando perdió la visión. Afirma que no salía de casa y dejó de su trabajo, además de los fuertes dolores que sufría: "Dejé de ir al gimnasio y de jugar al fútbol, me quedé seis meses encerrado en casa, perdí las ganas de vivir".

Perdió completamente la visión del ojo derecho pero los médicos pudieron detener la infección y conserva la de su otro ojo. Gracias a esto, el joven recuperó su vida, comenzó a salir de casa y se incorporó al trabajo.

Ahora Humphreys colabora con una ONG británica sobre el cuidado de la vista, Fight for Sight, para advertir del peligro de usar lentes de contacto en la ducha, la piscina o el mar.