Italia ha prohibido importar, producir o vender carne cultivada en laboratorios y ha liderado la firma de un documento en el que, junto a Francia, Austria, República Checa, Grecia, Luxemburgo, Hungría, Chipre, Malta, Lituania o Eslovaquia, avisa a la Comisión Europea de que este tipo de carne supondría una amenaza para la producción alimentaria.
Hay expertos que creen que esta carne sintética, que se vende y se compra, por ejemplo, en Estados Unidos o Singapur, supondría un importante avance en el bienestar animal, evitaría la transmisión de enfermedades y ayudaría al cuidado del medioambiente. Lo cierto es que hasta la fecha no hay autorización para ofrecer estos productos en el mercado de la UE.
Esto requiere una evaluación por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), en relación con los posibles riesgos para la salud antes de su comercialización.
Se trata de un producto que, por ejemplo, en la empresa Biotech Foods, ubicada en San Sebastián, investigan extrayendo células de los músculos del animal y cultivándolas en condiciones similares a las de su organismo. Alimentándolas con azúcares, vitaminas y aminoácidos consiguen que crezcan, se multipliquen y su resultado es similar al de la carne picada.
Siguen un proceso casi idéntico al de la producción de levaduras para cerveza, que es parecido al que se usa, también, para crear tejido en el ámbito de la medicina regenerativa. Rubén Bravo, nutricionista de Ime, explica "que es una carne muy alta en proteínas pero le faltarían las grasas y las vitaminas y minerales que están asociadas a estas grasas".
Por su parte, Emilio Izquierdo, ganadero y vicepresidente de la Asociación Dula, afirma que "están en contra de que los gobiernos den luz verde a la carne cultiva". "Hay suficiente cabaña ganadera en España para ofrecer carnes de cualquier tipo", señala. Y es, precisamente, el blindaje a la actividad ganadera lo que países como Italia dejan entrever para cerrarle la puerta a la carne cultivada.