A pocos metros del puerto, con alegría y buen humor, está Isabel Castillo. Sardinera de toda la vida es la última de Santurtzi: "Me dicen que el día que falte yo no se pone nadie".

Hace años, cuando los hombres volvían de faenar, las mujeres se encargaban de vender el pescado a primera hora de la manada. Con su cesta llena de peces caminaban de un pueblo a otro "desde Santurtzi a Bilbao vengo por toda la orilla".

Oficio duro y muy cansado que hoy en día casi nadie quiere asumir. Pero Isa "lo vive", por eso, aunque su familia regenta una pescadería, a sus 81 años se resiste a abandonar su puesto.