Vicente Larraga tiene 76 años y lleva casi tres décadas entregado a una misión: desarrollar una vacuna contra la leishmania, una enfermedad que en España afecta a un 10% de los perros. "Es una vacuna de ADN muy novedosa y empezamos a trabajar con este parásito hace casi 30 años", explica el investigador del CSIC.

Larraga y su equipo tuvieron que parar en 2020 para ponerse a trabajar en una de las tres vacunas del CSIC contra el COVID-19. Ahora, ha vuelto para finalizar el proyecto al que ha dedicado gran parte de su vida y que "ha cristalizado en una vacuna que es enormemente segura y muy eficaz", según él mismo explica.

La leishmania es una zoonosis, lo que implica que puede transmitirse a humanos y también para nosotros puede ser una enfermedad mortal. De hecho, provoca "entre 40.000 y 50.000 muertos al año", según Larraga.

Provocada por la picadura de un insecto, se ha extendido por toda España a causa del cambio climático La veterinaria Patricia Estefanía explica que existen dos tipos de leishmania: la cutánea, "que es la más frecuente, pero la menos grave" y la visceral, "que es menos frecuente, pero más grave porque afecta a órganos como el riñón y el hígado".

La vacuna, combinada con productos antiparasitarios, es el mejor antídoto para prevenir la enfermedad. "Son recomendables para todos los perros mayores de seis meses, sanos", explica la experta, que apunta que "lo ideal es testar antes de vacunar". Un simple test confirma si el perro está contagiado o no de leishmania, que provoca síntomas como pérdida de peso, heridas que no cicatrizan y uñas que crecen demasiado en los canes infectados.