Desde el inicio de la guerra desatada por Rusia en Ucraniahace ya 101 días, España ha acogido a más de 130.000 ciudadanos ucranianos que se vieron obligados a huir de su país. Las familias de acogida piden ahora ayuda institucional para facilitar la integración de estas personas refugiadas. O dicho de otro modo: ayudar a los que ayudan.
Son familias que se apoyan entre ellas para crear redes de contacto. Se valen además de la colaboración con ONG y fundaciones, pero necesitan más ayuda para posibilitar que las personas refugiadas encuentren trabajo, consigan clases de español o atención psicológica, labores que también recaen sobre los acogedores.
Tras acoger, falta integrar
Un equipo de laSexta ha visitado a una de estas familias y ha charlado con Medardo Pérez, quien decidió acoger, junto a su mujer, a una madre ucraniana, Yulia, y a su hija, de cinco años. Yulia relata cómo intenta ayudar a su familia española. "Limpio, cocino, voy a aprender clases de español... No tengo otra opción en este momento", expresa la mujer, que huyó de su país "sin apenas tiempo" para despedirse de su familia.
Medardo Pérez recuerda cómo fue el momento de dar el paso: "Dijimos: tenemos algo de sitio, no vamos sobrados pero... si no es jamón, serán huevos lo que comeremos. Tenemos un nieto de la edad de la familia que hemos acogido. Eso te hace pensar. Lo hablamos en casa y tomamos la decisión". Sin embargo, lamentan las "trabas burocráticas y el esfuerzo" que dicen estar soportando las familias.
"Tú vas a tu municipio, comunidad o al gobierno y te dicen que no tienen psicólogos que puedan hablar en el idioma. ¿No se puede excepcionar un poco la burocracia para que se facilite? Por ejemplo, la medicación no está pagada... Necesitan apoyo psicológico, que se consigue por voluntariado", lamenta Pérez.
Informáticos ucranianos en una empresa valenciana
Otro caso que ha conocido y difundido laSexta es el de Sasha Petryschenko, un joven refugiado ucraniano que ahora trabaja en Valencia.
"Estoy feliz de esta nueva oportunidad para tener un futuro", se repite cada día a sí mismo después de haber tenido que huir de la guerra. Se da la circunstancia de que este chico ya estuvo en Valencia a los nueve años, cuandoel doctor Pedro Cavadasoperó sus manos, deformadas por una malformación congénita producto de la radiación de Chernóbil.
Gracias al trabajo de la ONG 'Juntos por la vida' y a la colaboración de una empresa valenciana, Sasha ahora trabaja como informático, la que era su profesión en Ucrania. La empresa ha anunciado que "en breve" también contratará a mujeres informáticas refugiadas ucranianas.
Puedes conocer estas historias y más detalles en el vídeo que acompaña a esta información.