Desde que sufrió una mala experiencia hace dos años, Cecilia, que tiene distrofia muscular, no se ha se ha subido a un autobús.

"Le pedí amablemente al conductor que bajara la suspensión y este me respondió: 'Usted es una chica joven, puede subir sin ningún problema", ha explicado, recordando que, a pesar de que insistió, el hombre se negó a ofrecerle ayuda y llegó a llamarle "vaga".

Su condición, le impide andar rápido, algo que, según ha afirmado, la gente no suele asociar a la idea de "problemas de movilidad". "Normalmente entienden que usas silla de ruedas o que vas en muletas", ha destacado.

Cecilia ha asegurado que ha enviado varios escritos a la empresa de transportes, pero que no ha obtenido respuesta.

"La actitud del conductor, encima, es de chulería. No sé... un poquito de empatía, ¿no? Es cuestión de normalizar un poco", denuncia Virginia indignada en sus redes sociales.

Ella no pudo a subirse a un autobús con una amiga, ambas en silla de ruedas, por la falta de plazas habilitadas. "Solo había una para silla de ruedas, y el conductor nos dijo que solo podía subir una, que la otra se quedase esperando", ha relatado.

Virginia ha señalado la falta de empatía con la que el profesional las trató. "El dijo que ese no era su problema y que las normas eran las normas", ha apuntado.

Estos casos, como el de Catalina, que tuvo que aguantar los lamentables insultos de un conductor, desgraciadamente no son aislados.

"Recibimos muchísimas quejas de tratos inadecuados o inapropiados que no son delitos, pero que sí demuestran que la sociedad es especialmente arisca", ha destacado Daniel-Aníbal García, secretario general de Cocemfe.

Todos ellos aseguran que la solución pasa por concienciar.