La pandemia, los confinamientos y la propia Covid-19 han vuelto a "convocar" al insomnio, un problema que va mucho más allá de pasar las noches en blanco.
En España a comienzos de 2020 la Sociedad Española de Neurología (SEN) estimaba que entre un 25-30% de la población adulta española presentaba insomnio transitorio y que un 10-15% sufría de insomnio crónico.
Entre los sanitarios, el 45% tenía problemas de sueño. Con la llegada del coronavirus, se registró que el 80% de los trabajadores de la salud sufrieron insomnio al inicio de la pandemia, durante los meses de marzo, abril y mayo de 2020 y que el 90% aseguraba haber padecido alguna afectación del sueño durante este periodo.
A un año del inicio de los confinamientos severos, que se han vivido a nivel mundial en periodos intermitentes durante todo el 2020, las cuarentenas, necesarias para frenar la expansión del virus, siguen siendo un problema para muchas personas.
Pese a que muchas marcas afirman que sus productos mejoran la calidad de sueño, hasta el año pasado ninguna había aportado datos que lo avalen. Y es que en junio de 2020 se publicaron los datos de un estudio científicorealizado por la psicóloga Elia Usieto y la directora de la Unidad de Neurofisiología y Sueño del Hospital MAZ, de Zaragoza, Pilar Cuartero, en colaboración con la marca de equipos de descanso, Marmota. El objetivo era medir cómo influye en el sueño tener un equipo de descanso de calidad frente a un colchón estándar de menos de 10 años.
La investigación se centró en valorar la calidad subjetiva, que es, en definitiva, la sensación de bienestar que el sujeto experimenta o no en relación con su calidad de sueño.
En el estudio participaron un total de 29 personas, de las que el 52% son hombres y el 48% de mujeres, con una media de edad de 41 años. Del total de la muestra, 11 realizaron el estudio durante el confinamiento, mientras que 18 realizaron el estudio después. La intervención consistió en cambiar su colchón habitual (de otras marcas y de una edad inferior a 10 años) por un colchón Marmota. Se solicitó a los sujetos que mantuvieran un estilo de vida similar al que tenían antes de dormir en el nuevo colchón, tratando de no cambiar los hábitos de sueño.
Los resultados mostraron una importante mejoría en todas las variables, la duración del sueño, disfunción diurna y la disminución del índice de síntomas de insomnio.