Las imágenes que llegan desde la isla de La Palma muestran un desierto de ceniza y humo. Como si se tratara de otro planeta. Pero más allá de la imagen llama la atención otro hecho: el silencio. El volcán de Cumbre Vieja ha dejado de rugir. El tremor, el ruido que hacen los fluidos cuando quieren salir a la superficie, no da señales de vida. Los terremotos también son muy escasos, a poca profundidad y de magnitud muy baja. Y otro esperado dato que los científicos asocian al final de una erupción volcánica: la emisión diaria de dióxido de azufre ya está en 100 toneladas.

Con todo esto, ¿se puede hablar ya del inicio del fin? El vulcanólogo de del IGN Rubén López se muestra cauto. "El volcán ha sido imprevisible y preferimos tener prudencia aunque todo apunta a que no tiene constante vital", explica y añade: "el final está muy cerca".

No es la primera vez que el volcán de La Palma se detiene a lo largo de estos 88 días de erupción, pero hasta la fecha todos sus paréntesis habían sido de pocas horas, seguidas de reactivaciones estrombolianas (explosivas) y de importante salida de lava. Nunca hasta la fecha el tremor había estado parado una jornada completa o más, como sucede ahora.

Durante esta madrugada, las redes sísmicas han registrado en La Palma doce terremotos, todos ellos con magnitudes inferiores a 3, señala el Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

En las primeras horas del lunes, antes de que se parara el tremor, el volcán emitió enormes cantidades de dióxido de azufre, en unas condiciones meteorológicas (con la capa de inversión térmica muy baja en la atmósfera) que dificultaban mucho su dispersión.

Ese día, por primera vez en esta emergencia, los 33.000 vecinos de los tres municipios que han cruzado las coladas de lava (El Paso, Los Llanos de Aridane y Tazacorte) tuvieron que permanecer durante casi cinco horas confinados en sus casas y los escolares, que ya estaban en clase cuando saltó la alarma, en sus centros educativos.

La orden de confinamiento se levantó pasadas las 13.00 al mejorar la calidad del aire, pero en el volcán se apreció entonces un nuevo pulso de actividad explosiva entre las 17.45 y las 19.00 horas, con eyección de ceniza y caída de bombas lávicas, según han detallado los portavoces del Plan Especial de Protección ante Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca). A las 21.00 horas, todo se detuvo.

La Dirección Nacional de Seguridad recoge en su resumen diario de la emergencia en La Palma que la actividad eruptiva ha disminuido "hasta prácticamente desaparecer, lo que puede ser indicio de agotamiento del proceso eruptivo", en opinión del comité científico.

No obstante, los portavoces de los comités director y científico del Pevolca han insistido en pedir prudencia antes de dar por hecho que el volcán se ha detenido o comenzado a detenerse, porque los indicadores deben consolidarse para poder descartar un repunte.

Además, varias veces han advertido de que pueden desaparecer el tremor y la emisión de lava y seguir el proceso de desgasificación del volcán. Sucedió así, de hecho, en la anterior erupción registrada en Canarias, la submarina de El Hierro (2011-2012).

Así lo consigna en su informe la DSN: "No puede descartarse un nuevo repunte de la actividad y de emisión de coladas y se mantiene la vigilancia sobre la presencia de gases tóxicos en las zonas de exclusión".

Hasta el momento, la lava emitida por este volcán ha cubierto 1.195 hectáreas de terreno, con coladas que han alcanzado en el Valle de Aridane una anchura máxima 3.350 metros, y más de 7.000 personas siguen evacuadas de sus casas.

Los deltas de lava formados en la costa de Tazacorte mantienen una extensión de 48,02 hectáreas.

Respecto a la calidad del aire, la DSN precisa que continúan los niveles "buenos o razonablemente buenos en todas las estaciones", aunque también avisa de que la dispersión prevista del penacho volcánico para este miércoles hacia el este-sureste y el régimen de vientos "constituyen un escenario desfavorable para la operatividad aeronáutica".