La fiesta vuelve a azotar a Barcelona en el primer viernes sin estado de alarma desde octubre de 2020. Mientras que en el resto de España no se han registrado incidencias graves, la Guardia Urbana ha desalojado a 7.180 personas en la Ciudad Condal por no respetar las medidas frente al COVID-19.

Lejos de mostrar cualquier tipo de preocupación, los jóvenes congregados en los botellones organizados en diversos puntos de Barcelona han reivindicado sus actos reafirmándose en que existe la necesidad de salir de fiesta.

"La gente necesita libertad", afirma uno de los asistentes mientras que una joven sostiene que "la gente está harta del COVID".

No sorprende, de este modo, encontrar a quien recurre a los bulos para justificar la ausencia de mascarillas o quien apela a su "fuerte" sistema inmunológico para exponerse al riesgo de padecer COVID-19.

"Necesitas oxígeno en los pulmones y la mascarilla no te permite eso", ha asegurado una joven mientras que otro se vanagloriaba de su juventud: "Tengo mi sistema inmunológico fuerte".

De hecho, hay quien está dispuesto a correr el mayor riesgo: "Cada persona que está aquí está dispuesta a la libertad de expresión y a la libertad de decir 'si me quiero morir, me muero de COVID y si quiero infectar, infecto de COVID'".