En la Ribera d'Ebre se viven ahora los momentos más críticos del incendio. Tras casi cuatro días de lucha cuerpo a cuerpo, las llamas están a punto de ser estabilizadas.

Un trabajo supervisado desde el centro de mando, hay que coordinar a unos 350 efectivos desplegados en la zona. "Tenemos puntos de emplazamiento de vehículos por si se reproduce el incendio", asegura Antoni Ramos, inspector de Bomberos.

Son ya 6.000 hectáreas afectadas, un daño que se aprecia bien desde el aire. Los esfuerzos se centran en un 10% del la zona norte, allí las llamas siguen descontroladas. El fuerte viento y los 40 grados que hay en la zona complican mucho el trabajo.

Una docena de bomberos han tenido que ser atendidos por los médicos, algunos por agotamiento extremo. Otros dos, por contusiones tras volcar su camión.

Una cincuentena de vecinos, varios extranjeros, siguen desalojados. Por el momento no podrán volver a sus casas. "Más adelante se podrá valorar si pueden volver para recoger cosas", ha asegurado Miquel Buch, conseller de Interior.

Óscar, vecino de la zona afectado, nos permite acompañarle a descubrir cómo ha quedado su terreno. Vemos cómo una masía se ha salvado, pero el fuego se ha quedado muy cerca. "Da pena verlo", dice Óscar.

Además, hay cinco carreteras cortadas debido a su cercanía a las llamas, todas ellas secundarias.