La operación PRYAMO-ROTORES se inició a raíz de las informaciones recibidas sobre la posible existencia de una banda criminal dedicada a introducir grandes cantidades de hachís en el Principado. La Guardia Civil determinó que los principales proveedores de la red estaban asentados en Algeciras y decidió ampliar su investigación a la provincia de Cádiz.
Los investigadores identificaron a un elevado número de componentes de la organización, que introducían droga frecuentemente con embarcaciones de recreo y lanchas semirrígidas con potentes motores. Se contabilizaron hasta cinco desembarcos en la costa del Campo de Gibraltar, principalmente en El Pelayo, en el puerto de Algeciras y en Tarifa.
Los agentes constataron que los miembros de la organización utilizaban extremas medidas de seguridad tanto en los traslados de la droga como en la ocultación de los beneficios que obtenían y que algunos de sus componentes habían sustraído varios fardos de hachís a otra organización dirigida por ciudadanos de origen marroquí.
Este grupo llevó a cabo una búsqueda de los responsables del robo del hachís y llegó a agredir físicamente a alguno de los implicados para conseguir que delataran al resto. Esta circunstancia provocó una reyerta con armas de fuego entre componentes de ambas redes en un polígono industrial de Algeciras, y obligó a los agentes a intervenir.
Durante la persecución, detuvieron a tres de los participantes en la reyerta y se incautaron de 150 kilos de hachís en el interior del turismo en el que habían huido, cantidad a la que sumaron otros 32 kilos hallados en una nave industrial del polígono de la Menacha (Algeciras) donde se intervinieron además vehículos de gama alta utilizados por ambas organizaciones.
Después de que el Juzgado de Instrucción número 1 de Algeciras decidiera el ingreso en la prisión de los tres detenidos, la Guardia Civil abrió una segunda fase de la investigación tras analizar toda la información obtenida y se practicó un registro en una finca ubicada en la pedanía algecireña de El Pelayo.
Dicha finca era utilizada como "guardería" -el lugar donde las organizaciones ocultan y acumulan grandes cantidades de droga para introducir en el mercado en el momento más oportuno- y, durante el registro, se localizó junto a la casa una máquina retroexcavadora que tenía apoyado el cazo sobre una excesiva cantidad de cable de cobre.
Tras retirar el cazo de la máquina y el cable de cobre, la Guardia Civil descubrió una estructura circular que daba acceso a un habitáculo de plástico con una profundidad de 4 metros y un diámetro interior de 5 metros en cuyo interior localizaron 91 fardos cubiertos de arpillera que contenían 3.050 kilos de hachís.
Posteriormente, se detuvo a los otros ocho integrantes del grupo, que pasaron a disposición de la autoridad judicial.
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