Sin feligreses y con un alto coste de mantenimiento, la iglesia neogótica de San Antonio de Padua, en Bruselas, acabó abandonada hasta ahora, que una empresa de escalada la ha transformado en un rocódromo. Se construyó a principios del siglo XX y poco a poco perdió protagonismo. Ante la pérdida de católicos practicantes se está convirtiendo en algo usual que algunas parroquias de Bélgica desacralicen sus iglesias y les den otros usos transformándolas en restaurantes, hoteles, y ahora también rocódromos.
Ver muros con presas de escalada recubriendo las paredes de una iglesia es una imagen peculiar, pero es el pan de cada día para los socios del rocódromo ubicado en la antigua iglesia neogótica en el distrito bruselense de Forest, cuya población entonces no paraba de crecer, en plena industrialización de la capital belga.
Con el paso del tiempo, la iglesia fue perdiendo el protagonismo que antaño había tenido en el barrio y el edificio quedó abandonado, hasta que los socios de Maniak, una asociación que regentaba tres salas de escalada en otras ciudades de Bélgica, decidieron montar un rocódromo en el templo, tras darse a conocer a los gestores de la parroquia y obtener su beneplácito.
A la parroquia le gustó su propuesta, sobre todo por la idea de que la iglesia acabase teniendo un uso deportivo y social; además de rocódromos, Maniak también ha instalado un bar, una escuela de escalada para niños y un salón de reuniones para celebrar cumpleaños o comer en comunidad.
Ahora cuentan con un contrato de arrendamiento de 30 años, durante los cuales pueden explotar la mayor parte del templo, salvo un pequeño espacio cerrado de la entrada que todavía sigue sacralizado y aún es apto para realizar oficios religiosos. Construir una sala de escalada en una iglesia fue una tarea llena de desafíos, empezando por el estado en el que se encontraba el edificio después de haber estado abandonado: goteras en el tejado, agua en el suele, centenares de palomas y montones de basura es lo que se encontraron.
Tras meses de trabajo para adaptar el lugar, lograron abrir sus puertas en junio de 2023, en un espacio con capacidad para acoger a 150 escaladores a la vez y con una oferta que incluye distintas modalidades de escalada deportiva. En la nave central del templo, hay vías de velocidad y vías de varias dificultades aseguradas con cuerda en paredes de hasta 18 metros de altura, presididas e iluminadas por un colorido rosetón y una luminosa vidriera de Cristo en la cruz, mientras que en las naves laterales hay paredes más bajas de escalada en bloque, pensadas para resolver pasos técnicos, y zonas de entrenamiento.