Son las diez de la noche, y tienen por delante 11 largas horas bajo la lluvia y el frío; sin contar, claro, lo que ya llevan: unos desde las cinco de la tarde y otros desde las tres. Entre ellos hay menores, aunque muchos no pueden soportar las condiciones de la calle en invierno. "Mi mujer se ha tenido que llevar a mis hijos porque tenían principio de hipotermia", ha contado uno de los migrantes que aguarda pacientemente en la cola.
Les indigna este sistema para conseguir citas para el proceso de asilo. Solo dan 100 al día. "Nos tratan como animales", consideran. Otros, en cambio, se resignan: "Es inhumano estar aquí toda la noche, pero es lo que toca". La situación no les acompaña: un delgado plástico es lo único que les separa durante horas de la lluvia. Así, si bien su objetivo es tratarán de conseguir una cita, les tocará estar un día más esperando a la intemperie si no lo consiguen.
También combaten el frío con paraguas y mantas, y se llevan a la boca los alimentos que traen ellos y los que acercan voluntarios. Por la mañana, el problema viene cuando se acaban las citas. No son los únicos refugiados con problemas en Madrid. Nueve familias fueron desalojadas el viernes de la sede central del SAMUR Social. Hoy han protestado ante el Ministerio de Trabajo porque este país, de momento, no tiene sitio para ellos.