Adentrarse en Chueca, hoy símbolo de modernidad y tolerancia, es también adentrarse en un barrio que ha sido capaz de darle la vuelta a una historia oscura. "Era un barrio degradado por la droga, abandonado por las administraciones; un barrio vacío", asegura Mili Hernández, copropietaria de la librería Berkana.

"Eran años complicados, la droga era el pan de cada día en el barrio", comenta Octavio Rodríguez, presidente del Mercado de San Antón. Pero no todo fue malo: "Era un barrio muy degradado y como todos los barrios degradados dejaban entrar a los marginados porque éramos unos marginados más", asegura Miguel Ángel Sánchez, presidente de la Fundación Triángulo.

Así, 40 años se cumplen de aquella primera manifestación que recorrió la capital pidiendo derechos para el colectivo LGTBI. "Eran unos Orgullos tétricos, radicales. Muy políticos, militantes y activistas, con 2.000 personas como mucho", añade Mili. Protestas que reclamaban reconocimiento social y que con años y años de lucha consiguieron modificar leyes y la estructura social de un barrio

"Les preguntaban a las señoras de toda la vida qué les parecía que los gays estén aquí ahora viniendo al barrio, poniéndolo bonito y decían: 'Los preferimos 1.000 veces a los drogadictos", recuerda Mili. Ahora, en cambio, "te atienden muy bien", apostilla una antigua vecina de Chueca. Un barrio que puede estar orgulloso de haber estado a la vanguardia del mayor cambio social de la historia de España en materia de igualdad. "Chueca irá unido siempre a la lucha que han mantenido los gays, lesbianas y trans para conseguir los derechos que hoy en día tenemos", concluye Mili.