Las hidroeléctricas han dejado bajo mínimos a cuatro embalses gallegos. Los ecologistas denuncian que la fauna y la flora está gravemente dañada y los empresarios que viven de las actividades que generan los embalses ven cómo su actividad económica se ve perjudicada.

Los pantalanes que tenían que estar flotando están caídos. Los barcos, encallados por falta de agua, y sus dueños, desesperados porque no pueden sacarlos por esos pantalanes.

Los ecologistas hablan de atentado ecológico mientras las hidroeléctricas, dicen, hacen su agosto con el precio de la luz disparado y los pequeños negocios de la Ribeira Sacra hacen aguas.