José Luis es profesor de Universidad. Tiene ahora 80 años y lleva 10 en los tribunales, reclamando una herencia que, según él, debió cobrar hace 61 años, al fallecer su padre.
La historia comienza en Morón de la Frontera (Sevilla) en 1943. Un terrateniente de clase alta conoce a una sastra y tiene relaciones con ella. Fruto de esos encuentros nació, según su propia versión, José Luis.
La diferencia de clases hizo que su padre nunca le reconociera legalmente. Nada nuevo en la España de la época. Lo que sí era menos habitual es que pagaba su colegio y todos sus gastos. Es más, incluso pagaba a una persona para que le llevara a clase.
El vínculo económico se mantuvo hasta que José Luis tuvo 19 años. Entonces, su presunto padre falleció y él dejó de cobrar. Pero, por respeto a su madre y por el qué dirán, las acciones legales no llegaron hasta 2013.
De exhumación en exhumación
Cuando José Luis, a instancias de un abogado, decide reclamar su herencia (que es millonaria, aunque no nos concreta cifras), necesita una prueba de ADN. Pero tanto su padre, como su única medio hermana, han fallecido ya.
Por eso, un juez aprueba que se exhume a su padre para hacer el test. La sorpresa llega cuando el ADN extraído del cadáver resulta ser de mujer. La reclamación de José Luis ha desvelado un error en los enterramientos y toca volver a empezar.
Ahí empieza un papeleo que ahora ha dado fruto. Un juez ha autorizado ahora que se exhumen cinco cuerpos, para dar con el que presuntamente es el padre de José Luis. El resultado de las pruebas no es baladí. Si se demuestra que el padre de José Luis es quien él dice, podía recibir millones de euros. Aunque él, asegura, lo hace "por dignidad".
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