Están pintando el muro de un puente, pero el verdadero objetivo de sus sprays son los vagones que pasan por debajo, de hecho, ya han dejado su sello en un tren más de una vez. En unas imágenes vemos cómo lo grabaron y fotografiaron. "Una vez que sale de la estación, cuando ha recorrido pocos metros, es cuando lo paras", explica uno de ellos.
Nos reunimos con dos grafiteros con decenas de
trenes de Madrid en sus currículums, que nos explican cómo preparan, al
detalle, estos ataques contra el patrimonio urbano: "Para pintar diez minutos
tienes que estar días, semanas y meses controlando por donde te metes, los
peligros, cuánta gente hay vigilando".
Saben que cualquier
error de cálculo puede acabar con enfrentamientos con la seguridad. "Hay gente
que va a pintar una cochera, se encuentra un segurata y no tiene ningún reparo
a darle dos hostias. Si vas en grupo de dos o tres te persiguen y pueden
pegar", explican.
Son conscientes de que
su colectivo es criticado por ensuciar
elementos públicos que son de todos: "No lo pensamos así, porque hay un montón
de políticos que también nos andan robando, no dañamos a nadie, simplemente
pintamos, adrenalina y ya está".
De hecho, para ellos, su
argumento es muy sencillo: "Tú pintas trenes porque el grafiti trata de poner
tu nombre en todas partes, es violencia visual". Grafitis que, actualmente, apenas
duran horas circulando pero siempre les quedará la foto de Instagram.