Mantener el horario de verano en invierno tiene dos consecuencias. Primera: que amanece más tarde, pasadas las 9:30 horas. Es decir, que nos levantamos de noche y desayunamos de noche. El atasco al trabajo y para llevar a los niños al cole es de noche.

"Si tenemos la luz externa natural es mucho más fácil porque este ritmo circadiano automáticamente comienza y nos activamos. Es más difícil cuando la luz es artificial", explica Victoria Jariego, psicóloga infantil. Los que más notarán el cambio serán los niños. Las primeras clases del día serán de noche.

Lo positivo es que, con el horario de verano en invierno, anochece más tarde. Y está demostrado que cuando las tardes son más largas, hacemos más ejercicio. Eso, según algunos estudios, disminuye los ataques al corazón, entre un 5% y un 10%. Para lo niños, menos tablet y más parque.

Más ventajas de anochecer más tarde: hay menos accidentes de tráfico porque el regreso a casa es con luz y se ve mejor. También hay más tiempo para salir a tomar algo, bien para el sector servicios.