María y Gabriel sesinaron a sus hijos de 3 años y 6 meses siguiendo un ritual: primero les bañaron en la piscina y después les dieron una paliza hasta matarlos, luego les enterraron en dos fosas en la finca donde vivían. Son algunas de las terribles conclusiones que aparecen en el escrito del Fiscal sobre el crimen de Godella.

Ahora, la Fiscalía pide 50 años para el padre y el internamiento en un centro psiquiátrico para la madre de Ixiel y Amiel, ya que cree que Gabriel, el padre, fue quien convenció a la mujer para cometer el crimen.

Aun así, ambos los mataron de común acuerdo. Eso es lo que defiende el escrito de acusación de la fiscalía, que afirma que "actuaron de común acuerdo, haciendo y dejando hacer el uno al otro".

Se basa en lo ocurrido aquel fatal 14 de marzo de 2019 en una insalubre vivienda alejada de todo a medio camino entre Godella y Rocafort, el escenario donde María Gombau, de 28 años, fue tejiendo una historia en la que una secta venía por la noche a robarle los óvulos y a apropiarse del espíritu de sus hijos.

"Compartían ideas en la existencia de una secta que les perseguía y abusaba de su hijo Amiel, y que tenía la intención de secuestrarlos", apunta el fiscal. Ideas que, según el fiscal, Gabriel habría infundido en María.

En pleno delirio, María accedió a matar a los pequeños. Primero bañaron a sus hijos en la piscina con el propósito de purificarlos y posteriormente les propinaron multitud de violentos golpes a ambos.

Sin embargo, Gabriel lo niega todo. Siempre insistió en que los niños no estaban en casa cuando se despertó y que al preguntar a María por ellos, le contestó que estaban en paz, con dios.

Acto seguido, siempre según su versión, salió a buscarlos y encontró sangre en la piscina. Así describió el acusado el momento en el que un vecino vio cómo la madre salía corriendo de la vivienda semidesnuda y ensangrentada.

Tras horas de búsqueda, la Guardia Civil la encontró en en un bidón. Colaboradora, condujo a los agentes al lugar donde estaba enterrados los niños.

Informes de psiquiatras forenses respaldan la idea de que en el momento María sufría un brote agudo de una esquizofrenia paranoide, lo que provocará que no vaya a prisión, sino que se solicite su internamiento en un centro médico durante 25 años. Para Gabriel, sin embargo, piden una pena de prisión de 50 años, 25 por cada asesinato.