Berrocal ardió en el año 2004. Casi dos décadas después, este pueblo de Huelva sigue recuperándose del devastador incendio que mató entonces a dos personas, obligó a evacuar la localidad y calcinó buena parte de su bosque: 8.000 de sus 12.000 hectáreas que se perdieron junto con una manera de vivir.

18 años después, sus habitantes han plantado un alcornoque, un algarrobo y romero, especies autóctonas, para reivindicar todo lo que el fuego se llevó. Paqui García, la alcaldesa del municipio, que tras el incendio pasó de 600 a 300 vecinos, se dirige a las instituciones -"desde la Unión Europea, pasando por el Gobierno central y terminando por la Junta de Andalucía"- en busca de respuesta: "Si no hay políticas forestales, no tenemos nada", sentencia.

Por su parte, Juan Ramón García, de la Cooperativa Corchera San José de Berrocal, asegura que antes del incendio tenían una producción de 330.000 kilos de corcho de media. Ahora, afirma, está "en 100.000 y bajando". "Los dos últimos años no ha llegado a 40.000 kilos, 40 o 41", precisa. "Eso es la ruina del pueblo", lamenta.

Y es que, para que un alcornoque produzca corcho, hacen falta 30 años. Sin embargo, no solo este sector se vio afectado por las llamas: también la apicultura, la agricultura ecológica, el pastoreo o la ganadería extensiva desaparecieron con el fuego.

Por ello, el Ayuntamiento, cooperativa y ecologistas piden ayudas directas y fondos para recuperar y conservar el bosque de Berrocal y poder mirar al futuro con esperanza. En este sentido, Juan Romero, de la plataforma Fuegos Nunca Más, reclama "que vengan inversiones públicas que apoyen a los empresarios que estén relacionados con la biomasa y el corcho" y que las materias primas que se obtienen de los bosques se transformen allí para que el valor añadido se quede en el pueblo.

Así, Berrocal mira con incertidumbre al futuro mientras pide ayuda para no desaparecer como pueblo bajo las cenizas de un incendio.