Ha entrado a los juzgados entre aplausos y vítores y ha salido como un héroe. Así le ha mostrado su apoyo su madre y también su padre, que ha terminado rompiendo a llorar. Francisco está acusado del terrible doble asesinato que sacudió Almonte hace cuatro años.
Según la Fiscalía, asestó 47 puñaladas al exmarido de su entonces pareja y después acribilló con otras 104 puñaladas a la hija del matrimonio de tan solo ocho años. Durante todo este tiempo ha defendido su inocencia, lo mismo que su familia que por primera vez, tras el crimen, ha hablado.
"Qué por qué no se investiga, ni se sigue investigando, por qué le ha tenido que pasar a él...", ha señalado Francisco Medina, padre del acusado. Sin embargo, para la acusación y la Fiscalía hay una prueba determinante, su ADN fue localizado entre toallas que demostrarían que estuvo en el lugar del crimen.
También localizaron huellas de un zapato, que coincide con la talla del principal acusado y dos vecinos escucharon, el día del brutal asesinato, cómo la víctima increpaba a otra persona a la que parecía conocer. Por otro lado, la cerradura, que no tenía ningún signo de haber sido forzada, también indica que la víctima conocía a su atacante. Y por último, el móvil del crimen: asesinato por celos.
"Me gustaría remarcar que las personas pueden llegar a mentir, pero las pruebas no mienten. Lo dice toxicología, lo refrenda Instrucción, la Audiencia Provincial, el TSJA, el Ministerio Fiscal", ha señalado Aníbal Domínguez, hermano y tío de las víctimas.
La defensa por su parte se va a apoyar en que el ADN encontrado pudo llegar allí por transferencia de la madre y que, además, se encontraron en el lugar del crimen otras muestras de un varón no identificado.
Además insisten en que tienen coartada: aquel día trabajaba hasta las diez de la noche y fue visto poco después llegando a su casa. El crimen se cometió entre las 21 y las 22 de la noche.
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