Países como Italia, Francia, Grecia o República Checa garantizan, al igual que España, el anonimato. Sin embargo, en otros como Australia, Holanda o Reino Unido, el donante sabe que puede ser identificado, y eso es lo que plantea el Comité de Boética.

laSexta ha conseguido contactar con una donante de óvulos. Tiene 22 años y asegura que no lo hace por dinero, sino porque si ella no pudiera tener hijos le "encantaría" que otras personas le ayudasen a ser madre.

Si las donaciones dejasen de ser anónimas, ha asegurado, "tendría que darle muchas vueltas" a continuar siendo donante.

El Comité de Bioética, un órgano consultivo del Gobierno, trabaja en un informe que podría pedir el fin del anonimato de los donantes, alegando que no hay argumentos para privar a las personas del derecho a su identidad. Abogarían por su sistema de asesoramiento similar al de la adopción.

Aún así, el debate está abierto. Por ejemplo, la sociedad española de fertilidad considera que no existe "ninguna ventaja en el hecho de que se revele la identidad del donante a un niño que tiene su familia, que puede estar feliz en ella y que sus padres son quienes le han criado", tal y como ha explicado Rocío Núñez, doctora en Biología y miembro de la Sociedad de Fertilidad.

En nombre de la Sociedad Española de Fertilidad añade que la donación anónima no es incompatible con ofrecer información médica relevante. "Se puede conocer la historia del donante, saber si ha tenido alguna enfermedad, e incluso la ley dice que si existe un peligro real para ese niño se puede localizar al donante".

En 2014, más de la mitad de las donaciones de óvulos de Europa fueron españolas.