Todo el mundo tiene unas, es el calzado principal del verano por excelencia: las chanclas. Son rápidas de poner, pero no son la mejor opción, ya que su uso habitual puede afectar a nuestro bienestar.

"Teniendo en cuenta que la chancla es plana, el pie va a sufrir un aplanamiento, vamos a generar carga en la planta del pie, lo que conocemos como la 'fase aplantada', la famosa fascitis", ha explicado Víctoria Candelario, podóloga de la clínica 'Podogrande'.

"Principalmente se dan lesiones en el tendón de Aquiles, en el sóleo, gemelo e isquiotibiales. Debido a la pisada, habrá una compensación que afectará a la pierna contraria y esto nos provocará un desequilibrio de caderas y desde ahí a las cervicales", ha afirmado Lucas Lamas, osteópata del centro 'Osteomas'.

Candelario ha declarado que al andar con chanclas "se produce una inestabilidad en el tobillo, apoyo excesivo del talón, aplanamiento del arco plantal y flexión dorsal del primer dedo en un intento de sujetar la chancla ya que no tenemos ningún tipo de sujeción en el pie".

Los expertos aseguran que a finales de septiembre la mayoría de los pacientes acuden a las clínicas con dolor en la fascia plantar. Para sustituirlas, se recomienda otro tipo de calzado que tenga correcta sujeción al pie, apoyo del arco y que tengan algo de cuña. Además, aconsejan que las chanclas se utilicen únicamente en piscina o playa.