Galicia es una de las comunidades más envejecidas de España. Allí uno de cada cuatro gallegos es mayor de 65 años y la edad media de la población se sitúa en los 48 años, por eso y ante esta situación, las familias denuncian falta de plazas en las residencias, con esperas de años y aumento de las privatizaciones.

Es el caso de Fernando, que solicitó una plaza en una residencia pública para sus padres, mayores, hace ya tres años, pero durante este tiempo, su padre falleció a la espera y su madre, que pronto cumplirá los 90, sigue aguardando. "Se hicieron infinidad de quejas, argumentadas. Lo máximo que llegaron a contestar es: hemos incluido en el registro de quejas su queja", dice.

Es la situación de muchos ancianos en Galicia, donde los mayores de 65 años ya son el 26% de la población. Hay 22 mil plazas residenciales públicas y privadas, insuficientes para la demanda, y las esperas son muy largas. Miriam Rodríguez Sierra, presidenta del Colegio Oficial de Trabajadores Sociales de Galicia, explica que esto "provoca mucha angustia en el cuidador principal y, sobre todo, no promueve para nada la autonomía de la persona dependiente.

Ana vive una situación similar, pues lleva esperando una plaza cinco años y su madre, con 96 años tiene alzheimer y es totalmente dependiente: "Ahora no tenemos ni esperanzas de que vaya a poder ser atendida en una residencia pública". Por eso, se ha visto obligada a recurrir a una privada, con un coste de 2.300 euros al mes, a pesar de que la ley indica que no pueden transcurrir más de seis meses de espera.

En Galicia, según la Xunta, hay 8.000 plazas públicas de residencias públicas para mayores, aunque la Federación Gallega de Familiares asegura que algunas de esas plazas son de gestión privada y que solo el 14% son públicas. La Xunta proyecta más residencias y ha aprobado un decreto para el reconocimiento de la dependencia, que según apunta Constantino Piñeiro, de la Consellería de Política Social, "apuesta por la reducción de la burocracia y acortar los plazos en lo posible". Mientras, los familiares exigen que no olvidemos a nuestros mayores.