"Apostamos por esta idea con un doble objetivo. El más importante es llevar una vida simple, en la que nuestra felicidad no dependa de cosas materiales. Mientras tanto, invertimos nuestro dinero en 'bitcoins' y esperamos a que se multiplique", explicó el padre de esta familia, Didi Taihuttu.

La primera vez que Didi supo sobre esta moneda virtual fue en 2012 y entonces "no tenía ni idea" de lo que era ni hacia dónde iba a llegar ese sistema. "Empecé a investigar y a interesarme por ello. Por curiosidad, compré algunos 'bitcoins', los vendí y ya está. No lo hice pensando que iba a ir más allá", afirmó.

El padre de Didi enfermó gravemente en 2015, lo que provocó que este dedicase más tiempo a su familia y dejase de lado su negocio, sus intereses e incluso su curiosidad por la moneda digital y el dinero que había invertido en ese nuevo sistema. "Cuando mi padre murió, en enero de 2016, viajamos todos a Bali. Estaba en la playa, disfrutando de un día maravilloso, me llamó un amigo y me urgió a revisar la aplicación de los 'bitcoins' porque me iba a llevar una sorpresa", recuerda.

Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que las monedas digitales son "la revolución del sistema monetario" porque, al revisar su inversión después de año y medio, el dinero que él adquirió y comercializó en 2013 "se había multiplicado por varios ceros".

Didi habló con Romaine y le trasladó su "cansancio" de estar trabajando muchas horas alejado de su familia y de "cómo el apego a cuestiones materiales había matado sus sueños y eso podía matar" los de sus hijas de 7, 10 y 12 años. Consideró que los 'bitcoins' eran "la oportunidad perfecta" para un cambio de vida y convenció a su familia para vender su casa, su empresa, tres coches y una moto en Holanda.

"Vendimos hasta la ropa que no usábamos, los juguetes de los niños, todos los bienes de lujo que teníamos y lo invertimos todo en 'bitcoins'", asegura el padre de familia. Las pequeñas no entendieron este proyecto en un principio, porque pasaron de tener un chalé con cinco habitaciones a vivir en un bungaló de 50 metros cuadrados de un camping de Venlo. "Luego lo entendieron. Ahora están contentas. Les gusta dormir juntas y son felices con nuestra nueva vida", asegura Didi.