Con su vida reducida a los interiores de una furgoneta, y en constante movimiento. "Vamos de un lado a otro. Amigos que nos llaman para ir a comer, o amigos que nos traen comida..."
Así han sido las últimas 24 horas de Wilson Ruilova y su familia desde que, a las 6 de la mañana de este viernes, la Policía irrumpía para desahuciarles de la que ha sido su casa los últimos cinco años. "Estamos muy asustados por el bebé", confesaba Cecilia, su mujer.
Por la noche, el Samur Social les ofrecía alojarse en un hostal. La sorpresa se la llevaron cuando su mujer, con fiebre y cesárea, tenía que curarse y duchar a su bebé en un mismo baño para toda la planta. "Nos encontramos unas condiciones deplorables", señala Manuel San Pastor, abogado de Wilson y miembro de la Plataforma Antidesahucios.
La Plataforma Antidesahucios se negó a aceptar estas condiciones. La solución: pagarles un alojamiento en el hotel de enfrente. Hoy Wilson mira su colchón con la incertidumbre de no saber dónde pasará la próxima noche. "Wilson, Cecilia y sus hijos van a tener una vivienda digna", afirma Manuel San Pastor. Con ella buscará cerrar un capítulo y empezar uno nuevo sin maletas.