Los jóvenes inmigrantes vivían en un garaje mientras recogían la aceituna. Un habitáculo sin ventanas que les cedía el empresario para el que trabajaban, hasta que en madrugada, sobre las cuatro de la mañana, mientras dormían, el fuego les sorprendía sin que fueran capaces de escapar.

Un vecino intentó ayudarles, pero sin éxito. Un brasero, según las primeras hipótesis, parece haber sido la causa del fuego, pero la investigación está abierta. Dos de las víctimas eran de Senegal y uno de Mali.

En la pedanía de El Mármol les conocían de sobra porque llevaban años cumpliendo cada año con la aceituna para ganarse, como podían, el jornal. Los vecinos cuentan que la cochera en la que habitaban estaba bien equipada.

Para los trabajadores, dicha habitación, donde se aprecia una bombona y unas sillas de plástico, era su refugio cada año estos días. Cuentan los vecinos que estaban contentos porque el buen tiempo les había acompañado en la aceituna. Ahora les esperaba la fresa en su constante eterno vagar de temporeros.