Josep María Aragonés Rebollar fue durante 50 años rector de la parroquia de Torrelavit, un pueblo de la comarca del Penedès. Llegó a este pequeño pueblo tras ser trasladado desde Barcelona como represalia por haber oficiado una misa en catalán en el "Caso Galinsoga".

Según ha informado el portal de información religiosa, CatalunyaReligió.cat, fue en 1959 cuando Aragonés ofició aquella misa en catalán en la parroquia de Sant Ildefons de Barcelona a la que asistió el entonces director de La Vanguardia, Luis M. de Galinsoga.

El director del diario le recriminó que no dijera la misa en castellano y, según cuentan las crónicas de la época, el periodista pronunció un insulto a los catalanes, lo que motivó una campaña popular de bajas de suscriptores al rotativo que forzó la destitución de Galinsoga como director.

Tras esto fue enviado a Torrelavit desde donde ha ido ejerciendo su activismo social y catalán y donde en 2011 recibió un homenaje popular.

Josep María fue uno de los sacerdotes de confianza del cardenal Narcís Jubany, vicario episcopal, canónigo de la catedral de Barcelona y delegado de Catequesis. Participó en las traducciones bíblicas al catalán que se hicieron después del Concilio Vaticano II y fue uno de los principales impulsores de la recuperación del diaconado permanente para hombres casados, que promovió el Vaticano II.

En 2015 Aragonés recibió la Creu de Sant Jordi "en reconocimiento a su compromiso cívico y una actividad espiritual ejercida como representante de un cristianismo abierto, acogedor y arraigado en Cataluña".

El obispo de Sant Feliu, Agustí Cortés, presidirá el funeral mañana sábado a las 12 del mediodía en la Parroquia de Santa María de Lavit y Sant Marçal de Terrassola, de Torrelavit.