El 70% de la población europea comparte sus datos en la red, aunque ahora el reglamento general de protección de datos establece límites. Los compartimos con un abrir y cerrar de ojos. A golpe de pulgar y con la rapidez que nos permiten nuestras manos. El negocio que mueven nuestros datos se ha convertido en uno de los más lucrativos de la red.
"Es un gran mercado. Ya hace mucho tiempo que los datos llegan a valer más que el petróleo y más que el oro", explica Manuel Huerta, experto en ciberseguridad en 'Lazarus technology'. Y, es que, los datos hacen que se muevan hasta 225.000 millones de euros al año y la previsión es que la cifra se duplique en menos de una década.
"Esa actividad, qué es lo que buscas, a quién sigues, a quién no sigues, quién te sigue y qué tipo de cosas publicas al final acaba convirtiéndose en información", informa el experto en datos.
Con esta información se hace un "un perfil sobre ti y ahí, en ese perfil, entran tus gustos, tu afiliación política e incluso tu orientación sexual", explica Álvaro Sánchez, data science en la Universidad Europea de Madrid. Porque, aunque estos datos no se digan directamente, "infiere toda esa información que se tiene".
Sólo hay un límite: "Se tiene que informar sobre quién es el responsable, cuál es la finalidad del tratamiento y cuáles son los derechos", informa Carmen Aguilera, que aclara que "una vez que cedemos los datos a terceros ya no sabemos con qué diligencia va a utilizar los datos este tercero". Y la lista es interminable, ya que nuestros datos son muy golosos para muchas empresas.
De hecho, y como cuenta Álvaro Sánchez, se pueden comprar perfiles "por entre cinco y 10 euros depende de lo completos que sean" y su precio se dispara hasta los 100 en el mercado negro, donde "hay una gran industria de la ciberdelincuencia" y esa industria "busca dos cosas: conseguir dinero o conseguir datos", informa Manuel Huerta, ya que los datos nos hacen más vulnerables.
Esto es lo que pasó en "el caso de 'Cambridge Analítica'", recuerda Álvaro, en el que recopilaron datos de las redes sociales de los usuarios para influir en sus votos en las elecciones en Estados Unidos. Y todo con nuestro consentimiento. Por un gesto tan sencillo como darle a 'aceptar'.
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