Las cenizas que escupe el volcán cubren miles de hectáreas. Están en calles, jardines, terrazas... Es por eso todas las miradas están puestas en el cielo, porque con la llegada de las lluvias podrían convertirse en un peligro y podríamos ver imágenes de ríos teñidos de negro, como ocurrió tras el incendio de Ávila.
Francisco Cacho, meteorólogo de laSexta, advierte de que el terreno absorbería menos agua por la falta de vegetación, lo que llevaría a tener ríos con más caudal. Además, los expertos advierten de que puden generarse escorrentías y flujos de lodo que arrastren la ceniza hacia el mar llevándose todo lo que encuentre a su paso.
Si las lluvias no son abundantes, el agua podría filtrarse en el suelo. El problema sería una gran tormenta porque podría provocar inundaciones y "colapsar los sistemas de drenaje y alcantarillado", según traslada Federico Grillo, del Colegio de Ingenieros Forestales de Canarias.
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El fino manto de piedras muy pequeñas llegan a alcanzar una altura de más de metro y medio en algunas zonas. Por eso, la recomendación a los vecinos es que limpien sus tejados, azoteas o desagües.