Los exorcistas siguen exitiendo en todo el mundo. No hay cifras oficiales, pero en España podría haber más de un treintena y la persona encargada de nombrarlos es el obispo de cada diócesis.
El teólogo Luis Santamaría cuenta que una persona debe ser "prudente, con formación y experiencia en el discernimiento de que males pueden venir del demonio o cuales pueden tener un origen simplemente psiquiátrico".
Existe incluso una Guía de Exorcismos del propio Vaticano. Los síntomas para saber si estamos poseídos pasan por "hablar con muchas palabras en una lengua desconocida o entender al que habla", mover cosas distantes, rechazar a dios o a la Virgen María podría confirmar la presencia del maligno.
Entonces sí, puede empezar el exorcismo. Según esta guía, el rito debe comenzar con el agua bendita y varias oraciones. Tras ellas, el exorcista debe poner sus manos sobre el rostro del atormentado, dicen, para que el diablo salga de él.
Al mismo tiempo puede soplar su rostro y concluirá mostrando un crucifijo y haciendo la señal de la cruz. La guía ofrece varios consejos, como por ejemplo acudir en ayunas o no convertir el rito en un espectáculo ni realizarlo ante medios de comunicación.
"Cuidarse que el rito no se convierta en un espectáculo para los presentes. De ningún modo se dé espacio a los medios de comunicación...", especifica. Según los expertos no es una terapia ni una curación, sino "rezar a dios para decirle que libere de la acción extraordinaria del demonio a una persona que está afectada por ella", según Santamaría.
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