Europa está obligada a frenar la sangría de muertes en el Mediterráneo. "Es nuestro deber moral concentrarse en nuestra responsabilidad como europeos para evitar que este tipo de tragedias sucedan una y otra vez", explica Federica Mogherini, alta representante de la UE para Asuntos Exteriores.

Ministros de Exteriores y de Interior de la Unión Europea discuten en Luxemburgo una estrategia para hacer frente a este drama. Tres son los principales problemas a los que se enfrentan. El primero, y más complicado, es la situación de Libia, principal origen de los inmigrantes que llegan a las costas italianas. Las causas, la Guerra Civil en la que está sumido el país y la inestabilidad en parte de Oriente Próximo y África.

Varios países, entre ellos España, reclaman una intervención de Naciones Unidas. "Es un tema lo suficientemente serio y grave para que intervenga la ONU", afirma el ministro García-Margallo.

Segundo problema: la ineficacia de las operaciones actuales de control de fronteras y rescate de inmigrantes. La última, la 'operación Tritón', perteneciente a la Unión Europea, dotada con sólo tres millones de euros al mes, no consigue hacer frente a este drama. Sólo en lo que llevamos de año han muerto 1.600 personas ahogadas en el Mediterráneo, diez veces más que en el mismo período de 2014. Las ONG reclaman soluciones de carácter humanitario.

Y tercer problema: combatir a las redes de inmigración ilegal en Italia y atajar la situación de emegencia que viven las zonas de recepción de inmigrantes. Localidades como Lampedusa o Catania en Sicilia necesitan fondos para hacer frente a la oleada de naufragios. Un gran desafío en el que Europa debería primar la vida humana.