Decía Eduardo Galeano, con su derecho al delirio, que las 'locas' de la Plaza de Mayo "serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria". Recordaba el ya fallecido escritor uruguayo la eterna lucha de un grupo de mujeres unidas por una misma tragedia: la desaparición de sus hijos durante la represión militar argentina de finales de los 70 y principios de los 80, con el dictador Jorge Videla al mando.
Cuenta la triste historia de Argentina que un grupo de madres, ya convertidas en abuelas, se reunieron a mediados de 1977 en la simbólica Plaza de Mayo para reivindicar una audiencia con el presidente Videla. El objetivo era realizar una manifestación pacífica pidiendo conocer el paradero de sus hijos, detenidos desaparecidos por el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional.
A las 14 mujeres que demandaron la atención de un Gobierno indiferente pronto se unieron otras tantas madres afectadas. "Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos", aseguró Azucena Villaflor, fundadora de la asociación, al comienzo del movimiento. Villaflor sería torturada y asesinada poco después, junto a otras madres, por un grupo militar adherido a la dictadura.
En contraposición, las madres de la Plaza de Mayo, que ya se contaban por decenas las primeras semanas, se contaron por cientos las siguientes. Acompañadas de padres, hermanos y nietos de los desaparecidos, a las tardes de jueves llegaban para quedarse en pie junto a la Pirámide de Mayo; después, pañuelo blanco sobre la cabeza como símbolo identitario, comenzarían a marchar alrededor del monumento patrio a tenor de la declaración del estado de sitio. Siempre a la misma hora, frente al tránsito urbano, e impasibles ante el clima como prueba de la enérgica protesta.
Su lucha, si bien buscaba en un principio recuperar con vida a los desaparecidos durante el régimen, posteriormente se ocupó de identificar a los responsables de los crímenes de lesa humanidad e impulsar el enjuiciamiento de quienes les robaron a sus bienes más preciados. No en vano, se estipuló entre 8.000 y 30.000 el número de desaparecidos durante el sangriento 'proceso'.
El largo camino hacia la justicia sigue presente en el corazón de Argentina. Y aún hoy día, la memoria de las madres continúa en la Plaza de Mayo, recordando a los hijos que no pueden ser olvidados. Y los nuevos hijos, que escuchan y sienten con curiosidad y orgullo la revuelta de unas abuelas que otrora fueron madres, dignifican cada jueves la voluntad inquebrantable de la mujer por el reencuentro con aquello que les era amado; en este caso, el de las madres por sus hijos perdidos.
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