El curso pasado, Rouaa sacó dos sobresalientes y el resto notables. Pero este año, tras meses sin luz en la Cañada Real, sus calificaciones han bajado y los deberes llegan cargados de correcciones.
"No puedo ver muy bien con las velas y al final en vez de poner un seis, pongo un cinco", explica la niña, que cursa tercero de Primaria.
Y es que estudiar a la luz de las velas es difícil y, aunque ella sigue esforzándose, le pasa factura en sus estudios y en su día a día. "Estoy muy triste de que saque malas notasy encima tengo mucho frío", afirma la pequeña.
Su madre, Khadija, lamenta que esta situación de falta de suministros ha cambiado a su hija: "La niña no está escuchando a la profe, siempre está preocupada, no está como antes", señala.
Por su parte, Samia se pasa la tarde buscando un lugar con wifi para poder hacer sus tareas. "Cualquier remedio, voy a la calle a coger wifi, aun con el frío que pase, pero para poder estudiar, hacer mis deberes, es que no hay otra forma", explica la adolescente.
Estaba acostumbrada al aprobado, pero ahora ha suspendido dos asignaturas. "Intentamos recuperar", dice.
Desde los centros educativos de Rivas, a los que acuden la mayoría de los menores que viven en la Cañada Real, están impulsando iniciativas de ayuda: refuerzos escolares o campañas de crowdfunding para comprarles incluso luces solares.
"Lo que nos han transmitido desde el claustro es que el rendimiento escolar de los niños que viven en la Cañada está descendiendo, claro", apunta Oti Camacho, presidenta de la Asociación de Familias del Colegio Mario Benedetti. "Hay algunas familias que no están trayendo a sus niños al colegio", agrega.
Desde el AMPA del Instituto Las Lagunas temen que los alumnos afectados abandonen sus estudios, según explica su portavoz, Pilar Santos. "Lo fundamental sobre todo son los problemas vitales", añade.
"Les están quitando un derecho, directamente, de estudiar", asevera por su parte Fátima L'Azzouzi, mediadora en el Colegio Mario Benedetti.
Un derecho fundamental para que puedan cumplir sus sueños, que, en el caso de Samia, pasan por hacer una carrera de Derecho, según ella misma explica. "Quería ser médica, doctora", explica por su parte Rouaa, que, de momento, sigue haciendo sus deberes a oscuras.