El propietario del chalé de Pioz donde Nogueira acabó supuestamente con la vida de sus familiares, que vivían allí de alquiler, ha declarado como testigo en la segunda sesión del juicio.

El testigo ha señalado que alquiló la vivienda a las víctimas a través de una inmobiliaria, que vio al arrendatario una semana antes de que ocuparan la casa, porque invitó a la familia a una barbacoa, y que sólo recibió el pago de la primera mensualidad, la de julio.

Durante el mes de agosto, envió varios mensajes de WhatsApp a Marcos, el tío del asesino confeso, pero no recibió respuesta hasta el día 30 de ese mes, cuando el arrendatario le puso que estaba en contacto con un prestamista para pagarle.

Pero este mensaje, según las investigaciones, pudo mandarlo Nogueira, que se quedó con el teléfono de su tío después de asesinarle.

No volvió a tener noticias, pero sí de sus vecinos que le alertaron del mal olor que salía de la casa. Sin embargo, él pensó que los inquilinos se habían ido de vacaciones y que el perro que habían comprado a los niños se había muerto y, por tanto, sería el origen de ese hedor.

Cuando finalmente entraron en la casa tras el aviso a la Guardia Civil, el testigo sufrió ansiedad depresiva y, dado su estado, no le dejaron entrar en principio a la casa.

Ha relatado también que aún pudo ver las huellas con sangre de las manos de los niños en la escalera, que el olor nauseabundo permanecía y que bajo los muebles de la cocina aún había sangre, lo que hizo vomitar a las chicas que contrataron para la limpieza de la calle.