Alfredo es el profesor de Gotarrendura, en Ávila. Sí, 'el' profesor, en singular: aunque tiene ocho alumnos de entre 3 y 12 años, está solo. Así que les da clase a la vez en la misma aula. "Están todos en la misma clas. Al haber muchos niveles, lógicamente le tienes que dedicar menos tiempo a cada uno", relata Alfredo

Por su parte, Elena, médica, y Amparo, enfermera, también luchan contra las carencias del mundo rural. Recorren en coche una de las zonas menos pobladas del norte de Madrid para atender a sus pacientes: como Emiliana, que no tiene buen día. Su marido, Faustino, se emociona al agradecer el trabajo de su doctora.

"Para ir a Torrelaguna nos sería imposible. Doña Elena nos está tratando muy bien", cuenta Faustino. Pero Elena también denuncia un sistema que está expulsando a las personas de los pueblos: "No tienes apoyo. Viene la UVI y el helicóptero, pero tardan en venir. Esa primera asistencia, que es la más importante, la tenemos que dar nosotros".

Cecilio, alcalde de Castroverde, Zamora, no se resigna a que su pueblo desaparezca: Da dinero a todos los que quieran rehabilitar una casa del pueblo. El objetivo: que vaya gente, al menos el fin de semana. "Con lo cual, la tienda del pueblo es mercado, el bar va a funcionar mejor", explica Cecilio.

Pero el gran 'héroe' es otra persona que vive enganchada a la pantalla del móvil; no para grabarse 'stories' en Instagram, sino clamando al cielo una rallita de cobertura. Porque en Sillar Baja, en Granada, solo hay un punto en el que hay señal. Tanta señal como cola para llamar. Es la España rural, un mundo en peligro de extinción.