La comisión antipederastia de la iglesia tiene tres polémicas que indignan a las víctimas. La primera, su presidente: El obispo de Astorga es famoso por encubrir a un sacerdote que abusó durante años de varios niños en León y Zamora. El escándalo saltó con la confesión de una de sus víctimas.

"Arrolliado en un lateral de la cama, suavemente me iba tocando los muslos, mis nalgas, con mucha delicadeza, despacio para que no despertase", relata una víctima en una carta al papa. El Obispo de Astorga solo le condenó a un año sin dar misa, permitió un homenaje en su despedida y trató de mantenerlo en secreto.

Una actitud que, para la víctima que destapó el caso, revela poca intención de cambio: "Claro que me duele que nombren a un señor que llevó mi caso como lo ha llevado, que intentó taparlo. Llegó a decir que los hombres tenemos debilidades humanas para justificar lo que nos hizo".

Segunda polémica de la nueva comisión: en ella no hay ni una víctima. "La iglesia, si no tiene en cuenta a las víctimas, jamás podrá dar una respuesta unitaria y concreta para la gente que sufre, las víctimas"; ha explicado a laSexta Jesús Bastante, redactor jefe de 'Religión Digital'.

En tercer lugar, la comisión no dice nada sobre el aspecto clave en todo esto: ¿se va a comprometer la iglesia a denunciar ante la justicia civil? El anuncio de la creación de la comisión solo habla de remitir las denuncias a las autoridades "apropiadas".

En palabras de José María Gil Tamayo, secretario general de la Conferencia Episcopal Española: "Hemos tenido en España la experiencia de sacerdotes acusados y que luego resulta que han sido declarados inocentes. Tenemos que ser muy delicados en todo esto". El castigo habitual de la iglesia a sus pederastas suele ser suspensión temporal para ejercer.