La imagen que ilustra el accidente de Palomares es el chapuzón del entonces ministro franquista Manuel Fraga para decir que no había peligro.

En esas aguas cayó una de las cuatro bombas termonucleares que se precipitaron sobre Almería tras el coche entre dos aviones de Estados Unidos. Dos impactaron en Palomares liberando carga radiactiva.

Tras una limpieza superficial, poco más se hizo durante 20 años. Fue en 1986 cuando Ciemat comenzó a realizar mediciones de los niveles de contaminación sobre el terreno, los productos cultivados en la zona y chequeos médicos anuales a los habitantes de Palomares.

Yolanda Benito, directora de medio ambiente del Ciemat explica que no se ha detectado peligro: "En todos los casos los datos que hemos obtenido es que las dosis a las que el público de la zona está sometido no han demostrado que tenga ningún impacto sobre la salud de las personas".

En 2005 el Gobierno Aznar comenzó a expropiar los terrenos contaminados y hace tres meses, tras años de negociaciones, Estados Unidos declaraba su intención de llevarse 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada. Pero ese documento no compromete a nada. Raquel Montón, responsable de la campaña nuclear de Greenpeace, lo explica: "La declaración de intenciones que se firmó en octubre es papel mojado. No hay un compromiso real ni mucho menos jurídico y desde luego nada vinculante ni para Estados Unidos ni para España".

En lo que se trabaja ahora, dice Exteriores, es en concretar cómo, cuándo y quién costea qué parte del proceso de limpieza.

Tendrá que ser el próximo inquilino de Moncloa el que remate esos trámites y en noviembre habrá cambio de gobierno en Estados Unidos.  Así que la tan esperada limpieza, aún tendrá que esperar.