"Andy está en mi habitación": ese fue el último mensaje que escribió Riley Crossman antes de morir. Andy era el novio de su madre y el mensaje iba destinado a su novio para alertarle de la presencia del hombre de 41 años.

Su madre, Chantal Oakley denunció su desaparición un día después. A la Policía le aseguró que había visto luz bajo la puerta de la habitación de su hija por la noche y que, tras recibir una llamada alertando de su falta en el instituto, se extrañó.

Andy McCauley fue desde el principio el principal sospechoso de la desaparición de la adolescente de 15 años, cuyo cuerpo sin vida apareció una semana después.

Su madre declaraba en el juicio que estaba segura de que la joven no había huido porque nunca hubiera querido enfadar a su familia. Y si en algo coinciden los investigadores es que Riley no huyó.

En el coche de su padrastro había rastros de barro seco y un olor que levantaba las sospechas, por lo que fue detenido a pesar de las numerosas coartadas que tenía para la noche del crimen, siempre incongruentes. Ahora, será un jurado popular el encargado de determinar si fue él quien asesinó a la joven norteamericana.