Inmersos en una gran ola de calor, lo que comemos es crucial para refrescarnos, por eso hay que dedicar tiempo en hacer una buena compra.

Comenzando por los clásicos, las moras, las frambuesas y las cerezas ayudan al cuerpo a bajar su temperatura a través de la circulación. Además, la sandía y el melón son las frutas perfectas por la gran cantidad de agua y las pocas calorías que contienen.

Si pensamos en algo verde, las espinacas y el brócoli son los ideales: más de un 90% de su contenido es agua. Ganan, por ejemplo, a la lechuga. La zanahoria y el tomate son imprescindibles para bajar el calor, por lo que no hay mejor apuesta que el gazpacho y el salmorejo.

Pero además de los alimentos típicos, algunos podrían sorprendernos: a 40ºC las especias y guindillas nos refrescan. Lo mismo pasa con las sopas y bebidas calientes: ayudan a sudar y así a liberar calor corporal. También se puede añadir a la cesta arroz integral y plátanos, que ayudan a disminuir la fatiga y evitan mareos veraniegos.

Con la cesta terminada, conviene hacer hincapié en los alimentos que deberíamos sacar: fuera helados y granizados, que refrescan al momento, pero tienen azúcar que posteriormente puede aumentar la temperatura.

Adiós al café, que puede disparar el cortisol y no es bueno para refrescarse. Despídanse también de cervecitas, sangrías y tintos de verano, que deshidratan y aportan etanol.

Tampoco deberíamos consumir refrescos azucarados, y nada de homenajes calóricos durante los días más calurosos, porque los hidratos y grasas aumentarán nuestra propia ola de calor.