Se cumplen cinco años de la Revuelta de la España Vaciada que inundó Madrid en 2019 para pedir el reconocimiento de las zonas despobladas. Entonces, más de 100.000 personas llegadas desde distintos puntos del país, con las mismas sensaciones, necesidades y exigencias, se unieron, alzaron la voz y llenaron las calles de la capital. Pero, ¿cómo está la situación ahora, un lustro después de esa gran marcha contra la despoblación?

Nieves Sánchez, miembro del Movimiento Ciudadano Teruel Existe, recuerda que "aquel año fue todo frenético e ilusionante". "Tampoco esperábamos la respuesta que tuvimos en Madrid", rememora. "Lo primero que hicimos fue levantar la voz para dar a conocer el tremendo problema de la despoblación de un país", afirma.

Un debate que ha llegado para quedarse, con logros, dicen, pero que en la España rural no notan tanto. "No hemos notado absolutamente ningún cambio sustancial", asevera Julián Pascual, vecino de Viñuelas. "Hay parches y puede haber alguna mejora, pero coyuntural", sostiene.

Junto a su familia, Julián tiene una residencia en este pequeño pueblo de Guadalajara y es muy crítico con ese término que se ha acuñado de 'España Vaciada': "¿Vaciada de qué? ¿Vaciada de personas o vaciada de cariño, vaciada de espíritu...?", cuestiona. Así, reivindica que tienen otras muchas cosas, a pesar de que faltan servicios e infraestructuras.

Carencias que complican más todavía que haya gente que, como Andrea, apuesten por vivir en el pueblo: "Tiene un cajero, tiene un bar, una gasolinera, pero no hay una tienda donde tú puedas comprar alimentos", explica. Para ella, lo "fácil y rápido" sería fomentar el transporte. Ahí, asegura, está gran parte del problema: un médico que viene dos días por semana o un autobús que puedes coger para salir del pueblo, pero que posiblemente no vuelva en el mismo día.