A Europa se le acaba el tiempo: la próxima semana vence el plazo para cumplir con las cuotas para la acogida de refugiados establecidas en 2015 ante la llegada masiva de personas.

El Tribunal de Luxemburgo ha rechazado los recursos de Hungría y Eslovaquía en contra del pacto establecido por el Consejo Europeo hace ahora dos años.

"Nos obliga a no llevar a cabo ninguna devolución cuando esa devolución supone tortura, maltratos o castigos crueles, inhumanos o degradantes", ha asegurado Cristina Gortázar, Cátedra de Jean Monnet de la Universidad de Comillas. Pero las cuotas están lejos de cumplirse: de las 160.000 personas que se comprometió a acoger el viejo continente, tan solo han sido reubicadas el 17%.

Pero cada país se ha implicado de diferente manera para el cumplimiento de los compromisos de acogida. Son los pequeños Estados de Malta y Letonia quienes han llegado a acoger al 100% de refugiados asignados para ellos. Lituania, Suecia y Luxemburgo han hecho grandes esfuerzos por darles la bienvenida y están a punto de cumplir con sus cuotas. Hungría, Polonia y la República Checa, en cambio, han cerrado sus puertas a quienes huían de la guerra y el horror.

La acogida tiene que ser total y no discriminatoria. En caso contrario, se vulneraría la carta de derechos fundamentales de la Unión. "No se puede aceptar solo solicitantes de asilo de determinada religión, de determinada etnia o de determinadas características", ha detallado Gortázar.

España tampoco cumplirá con los objetivos marcados. Sus gobernantes han hecho un esfuerzo pobre para dar cobijo y protección a las más de 17.000 personas a las que pensaba acoger. Trabas burocráticas que perjudican a más de la mitad de las 2.200.000 personas que pidieron asilo en Europa. Dos años después, siguen esperando una respuesta.