La llamada fatiga pandémica se ha traducido en España en un aumento de consumo de fármacos como los ansiolíticos. De hecho, junto a Portugal, somos el país de la Unión Europea que más consume. Pero ¿tiene este alto consumo precedentes en nuestra historia o podemos decir que nunca antes se había consumido tanto de este tipo de fármacos? A esta cuestión da respuesta en laSexta Noticias Francisco Santolaya, presidente del Consejo General de la Psicología de España.

"Es cierto que estos fármacos son de los más usados en todo el mundo, pero sin lugar a dudas, por la situación de pandemia que hemos vivido, estamos viviendo y viviremos el consumo se ha multiplicado", ha señalado Santolaya. ¿Tenemos entonces un problema de fácil acceso a estos ansiolíticos o sedantes o el problema subyace en la falta de acceso a terapias de salud mental? "La intervención de la psicología clínica mediante técnicas de grupo da muy buenos resultados", cree el facultativo.

En este sentido, Santolaya ha apuntado que la indicación ideal para los tratamientos "de problemas psicológicos y desórdenes emocionales, tanto de ansiedad como depresión leve y moderada, sería una intervención de carácter psicológico". No obstante, según los datos, estamos sobremedicando a la población, en parte por la falta de psicólogos (en España solo hay seis por cada 100 mil habitantes).

¿Qué consecuencias podemos sufrir a largo plazo? "El problema que tenemos en España es que ha llegado un momento en el que hemos normalizado el uso de tratamientos ansiolíticos y antidepresivos de forma habitual", ha lamentado Santolaya, que cree que esta situación "se remediaría con la inclusión de los psicólogos clínicos en el ámbito de salud mental y de atención primaria" Y ha añadido: "Hay una carencia de un servicio que es esencial para el desarrollo de la salud global". Pero con tantos avisos, ¿por qué parece que es difícil aumentar la ratio de psicólogos?

A esta pregunta también ha respondido el presidente del Consejo General de la Psicología de España en laSexta Noticias: "Muchas veces se debe a que no existe una conciencia política real de que los servicios de psicología son servicios básicos de atención al ciudadano. Servicios que prevén además una multitud de problemas de tipos secundarios tanto en la estructura familiar como en otros ámbitos".