Menores pegados a sus teléfonos móviles, incluso dentro de las aulas. Una imagen que ya no sorprende pero que no dista del día a día de los adultos. En un bar sentado al lado de un niño, en el baño al segundo de lavarnos las manos, mientras trabajamos y también en familia.

Alba García, psicóloga, explica que "para los niños, unos de sus ídolos o ejemplos a seguir son sus padres". Según los últimos datos del INE, casi el 70% de los menores de entre 10 y 15 años tienen móvil, pero atención porque según un último estudio ya un 5,8% de los niños y niñas entre 4 y 8 años cuentan con un dispositivo propio.

Regalar tecnología es habitual de cara a la Navidad, por eso los expertos advierten: "Las rabietas y la irritabilidad de un niño cuando no tienen delante el dispositivo móvil, son los mismos síntomas que un síndrome de abstinencia".

Es imprescindible que los referentes familiares prediquen con el ejemplo cuando se pase tiempo en familia o durante una comida, que el móvil se quede fuera de la mesa.

Los menores sufren ya consecuencias como los problemas de visión. "Parpadeamos menos y provoca sequedad, pérdida de calidad visual y sensación de cuerpo extraño", explica el experto Lluís Bielsa.

Advierten que los teléfonos no son juguetes y que es responsabilidad de los padres y madres que los menores hagan un buen uso.