Libia y su familia abandonaban su hogar entre sensaciones de felicidad y alguna que otra lágrima por todo lo que dejan atrás. Como la de ella, otras siete familias cargaban y desplazaban bultos por las calles de poblado, hasta llenar como podían los furgones. Un éxodo pacífico, aunque la Policía ha estado atenta para asegurarlo.
Las grúas tirarán abajo las chabolas de las 25 familias, realojadas en viviendas sociales y pisos compartidos. "Las compartidas van a aquellas familias que tengan una situación económica y personal más difícil y que necesitan más tiempo y un acompañamiento social intensivo", explica Luis Nogués, director de Integración Comunitaria y Emergencia Social.
Una victoria para los voluntarios que, desde hace años, trabajan allí, como destaca Luis Fernández: "Después de 12 años de sensibilización, hemos conseguido que esto desaparezca y que las personas vivan en mejores condiciones".
Este miércoles realojarán a otras ocho familias, y el jueves a las siete últimas: 42 adultos y 43 menores que tendrán un techo más confortable.