Corría el año 2013 cuando la irlandesa Margaret Loughrey, desempleada y que vivía gracias a las ayudas sociales de su país, tuvo un golpe de suerte. Le tocó el bote de Euromillones: más de 31 millones de euros, que parecían una bendición.
La vida de Loughrey cambió de la noche a la mañana: tras cobrar el millonario premio, la irlandesa formó un pequeño imperio inmobiliario, que incluía una mansión de 150.000 euros, un pub y un molino reconvertido en centro de ocio. El resto lo empleó en donar sobre 15 millones de euros a causas benéficas, para compartir la suerte que le había tocado.
Pero el sueño se hizo pesadilla. Margaret Loughrey comentó en más de una ocasión que su abultada cuenta bancaria se había convertido en un "infierno" y que todo ese dinero le había "arruinado la vida". Incluso tuvo que ser internada cuatro meses después del premio y llegó a describir la vida como multimillonaria como "si hay infierno, he estado en él. Ha sido así de malo".
Ocho años más tarde, Loughrey, que tenía 56 años, ha sido encontrada muerta, según publica The Daily Mail.
La policía ha encontrado su cadáver en su casa de Belfast. Según el informe de la policía, la muerte ha sido por causas naturales y no hay ningún tipo de sospecha alrededor.
El alcalde de la ciudad donde residía la mujer ha comunicado que los vecinos se encuentran afectados por la noticia. Margaret Loughrey era muy conocida por sus actos benéficos en apoyo a su comunidad.
Violencia machista
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¿Qué falló? El presunto asesino, ahora detenido, tenía una orden de alejamiento y una pulsera telemática, que sin embargo no se activó cuando vulneró la prohibición de acercarse a la víctima. Ahora se investiga por qué.