Hubo un tiempo en el que la humanidad tenía estatuas en la Isla de Pascua. Representaban a los nativos moais y duraron unos 900 años. Se las llevó el mar. Solo durante el siglo XXI subió metro y medio por el cambio climático generado por el consumo desbocado del hombre. Podría ocurrir en el futuro, pero el informe de la ONU sobre el calentamiento global es una realidad.
El 29% del Patrimonio mundial de la UNESCO corre peligro. Eso significa que donde hoy está la estatua de la libertad mañana habrá nada. Desaparecerá entre mares y huracanes. Ya tuvo que ser reparada después del paso del huracán Sandy por la Gran Manzana hace seis años.
Algo parecido ocurrirá en Las Orcadas escocesas. Este yacimiento neolítico corre serio peligro al borde del mar. Llueve más que nunca y el viento es cada vez más fuerte. Donde ya notan los efectos del cambio climático es en Venecia. El Adriático genera más inundaciones que nunca y la subida de metro y medio prevista para 2100 hará estragos.
Nos quedamos sin monumentos y sin glaciares. Solamente en Perú han perdido ya el 30% de los que tienen: se han derretido. Y qué decir del reino animal. En Galápagos han perdido un 90% de iguanas, un 75% de pingüinos y un 50% de leones marinos. El calentamiento del agua les deja sin comida a ellos y al coral.
El 85% de los arrecifes en todo el mundo presentan algún blanqueamiento, el paso previo a la muerte. Hay que actuar y hay que actuar ya porque según la UNESCO no se libran ni Macchu Pichu, ni Stonehenge ni Iguazú. La buena noticia es que está en nuestra mano: 14 zonas han mejorado desde el último informe.
Otro gasto más
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